Eran las ocho de la noche, y el olor a buñuelos que cocinaba Glo, llegaba hasta los pies de la puerta de mi recamara. Rápidamente, tomaba mis pantuflas y desde el segundo piso, recorría las escaleras apresuradamente hacia las cocina. Glo, Carmen, Olegario, Erika suspiraban viendo el televisora, mis hermanos sentados, agitando los platos, estaban listos para la merienda. Por otro lado, sin saber por qué el sollozo de los adultos, tome mi lugar en la pequeña mesa antes del antecomedor, el olor del pinole llenaba las paredes de la cocina, enfrente de la isla se encontraba una repisas, en ella un televisor. “La telenovela Rina continuara en breve”, decía una voz desde la pantalla. Entre comerciales nos servían los buñuelos, ¿podemos más chocolate caliente? Preguntaba uno de mis hermanos, ¿yo puedo atole de fresa? preguntaba el otro, “ahora, ahora, pero chist” (shhhhhh) como en voz de canto decían los adultos para que bajáramos la voz.
Un mujer de rostro largo, con líneas muy refinadas reaparecía en la imagen de la pequeña pantalla de televisión, con mirada triste y ojos negros, “sus ojos eran enormes; ¿será su pelo tan restirado que hacen que sus ojos se vean tan grandes? o ¿será la tristeza de su cara?, o ¿tal vez es la imagen en color blanco y negro lo que hace sus ojos verse más grandes?”, me preguntaba. Era dos televisiones en blanco y negro que aún quedaba en nuestra casa, ya habían llegado las de colores y estaban siendo reemplazadas.
Ese fue el momento que seguí por primera vez el dialogo y la escena de una historia en la televisión, no cualquier historia, era una TELENOVELA, RINA. Al terminar pregunte a Glo, ¿y ahora?, ¿qué pasara?, me miro muy triste, como si hubiese sido una hermana, un familiar quien viviera esa historia “mañana sabremos, hasta mañana, vete a dormir que tu Mami no tarda en llegar”, me contagio su dolor genuino y me fui triste. Un verdadero drama se respiraba en historia, pobre RINA, pobre mujer, ¿cómo alguien puede tener fuerzas después de tal maltrato?, me pregunte toda la noche.
No recuerdo seguir aquella historia, solo algunos episodios más, ni siquiera recuerdo el final, solo los suspiros y sollozos. Nunca me quedo clara. Hasta que esa televisión, fue reemplazada a colores, ahora la pantalla se mostraba una nueva telenovela, que seguiría más a menudo en la cocina, mis hermanos ni refunfuñaban por tener enfrente la telenovela, la imagen que aparecía ahora, era una actriz cuyos ojos verdes eran cristalinos, aparecía en comerciales, con sus hombros descubiertos y volteaba hacia la cámara, su cabello parecía moverse en cámara lenta, era Verónica Castro, ahora, en “Los Ricos También Lloran”.
Esta nueva telenovela, era un drama, pero en el que había, sollozos, venganzas, triángulos de amor, todo un dilema, y aun cuando mis hermanos sus meriendas eran más cortas que las mías, ya que yo trataría de no perderme los episodios y la explicación de Glo y Carmen discutían, lo que ellas interpretaban sucedería. Algo me quedaba claro, tiene que tener un talento muy especial quien pueda escribir estos enredos, son complicados, ni mi libro de “mujercitas” que adoraba y leía en esa época, describían tan claramente a un país, en el que se muestra clasicista, con héroes que decidan romper el sistema, de amor prohibidos, de villanos, de enredos, de conspiraciones, de anhelos, de sueños, de envidias, de un clamor popular.
El señor Pimstein fue el creador de estas, y muchas más telenovelas en México desde los años sesentas (80 en total), que aun, después de décadas, han sido traducidos a cientos de idiomas, llegando a los hogares de familias internacionalmente, y que han contagiado a millones de personas en todo el mundo, en sentimientos tan comunes del ser humano, sentimiento que no solo se viven en México. El señor Pimstein logro acertadamente, contagiar al que las ve, con anhelos, con esperanzas, con ilusiones por mejorar, por romper las clases sociales.
Un genio de verdad que tristemente se nos ha adelantado, el señor Pimstein falleció el día de ayer martes, Junio 27, en la Ciudad de Santiago, Chile.
Nuestra admiración al señor Pimstein y su habilidad de sobrepasar fronteras mundialmente con sus telenovelas. Mi Familia, Ramos-Marcin y Vega-Ramos, les enviamos nuestro más profundo pésame a toda la familia que le sobrevive; su esposa la señora Victoria Ratinoff de Pimstein, sus hijos Víctor, Viviana y en especial a mi querida Verónica un abrazo enorme, sobre todo de mi Madre y mío.
Deja el señor Pimstein un hermoso legado de nietos, excepcionales jóvenes, Daniela, Alexander, Sasha, Sonia, Caterina y León, a todos ustedes, nuestro cariño eterno.
Recientemente ha sido publicado la biografía del señor Pimstein, la puede buscar en:
Valentín Pimstein una vida de telenovela. de Vale, Tere. en
@LibrosMexicoMX http://librosmexico.mx/libros/733939
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