Jorge Uribe Piedrahíta
Comunicador Social/Periodista
Entró en debate la propuesta de las FARC de retornar a la mesa de negociaciones con el gobierno de Santos, para “retomar la agenda” que dejaron en el Caguán, la misma que les permitió fortalecer su milicia, su armamento y su cuerpo delicuencial. Según ellos, es la mejor forma de continuar hablando de paz y de reformar la nación bajo su absurda ideología de muerte.
Para bien de los colombianos, Santos fue contundente con su respuesta: Exigir que las FARC acepten las condiciones del gobierno y sentarse a esperar su cumplimiento sin la intermediación internacional. “Para que haya paz en Colombia no se necesitan mediadores extranjeros”, expresó el mismo mandatario, y esa respuesta le evita convertirse en otro gobernante que fracasa al lado de los ilustres Belisario Betancur y Andrés Pastrana Arango.
Hace 10 años, cuando existía la zona de despeje, que más parecía la zona de distracción. Alias Manuel Marulanda “Tirofijo”, se burló de la sociedad colombiana, no solo por faltar a la apertura de los diálogos por supuestos atentados en su contra, sino por la serie de criminalidades y flagelaciones que cometieron en territorios inocentes. El único resultado visible de los 42 mil kilómetros cuadrados de despeje, fue el fortalecimiento de la guerrilla, el dolor y la muerte. Por eso hablar de retomar la agenda sería volver a entregarles medio país a los terroristas.
Era tal el fortalecimiento de las FARC durante el gobierno de Pastrana, que estaban a punto de fundar la República Independiente de Caquetania con Florencia como capital. ¡Hubiese sido un desastre para el país! También, era imposible viajar por tierra y hasta por aire. Las pescas milagrosas que terminaban en secuestros, los cilindros bombas, las detonaciones y la muerte, era el pan diario de una nación que pedía a gritos libertad.
El consejo del expresidente Alfonso López Michelsen, hoy se permea con mayor furor: “Debemos, en primer lugar, derrotarlos, para luego sentarnos a dialogar”; y queda claro que si alias “Timochenko”, busca acercamientos desesperados es porque se sienten acorralados, y por ello el presidente debe recordar lo que ocurrió durante el gobierno de Álvaro Uribe, quien gracias a su seguridad democrática le devolvió el sosiego al Estado y evidenció que no era indispensable arrodillarnos frente a las FARC.
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