Por Rodrigo Llop
Daniel se encuentra tomando un café en una terraza enfrente del Palacio de Bellas Artes. Recuerda que en alguna de las tantas visitas a Los Pinos buscando al Presidente Calderón, conoció a un párroco con el que compartió casi toda la marcha. Con él, después hizo una entrañable amistad. Daniel le contó sobre su alcoholismo, la forma en la que él y su esposa se perdieron en el abismo de la soledad y finalmente su más íntimo secreto: la forma en la que en alguna ocasión pensó en suicidarse. El padre Ramón le contó sobre la Madre Teresa de Calcuta y que en alguna ocasión ella dijo “No debemos permitir que alguien se aleje de nuestra presencia sin sentirse mejor y más feliz.” De alguna forma esto lo confortó. Le dio vueltas y vueltas a esas palabras.
No puede dejar de pensar en esa historia cada vez que visita esa terraza, platicó horas y horas con el Padre Ramón precisamente en ese lugar. En este mundo si no hay tristezas no hay alegrías y viceversa decía el Padre Ramón. “Hazle frente y sé fuerte”.
En la marcha a los Pinos no se consiguió nada. Después se enganchó con otras marchas: las muertas de Juárez, los paisanos indocumentados que mueren intentando cruzar el Río Bravo y muchas más. Incluso compartió muchos pasos, muchos kilómetros con Javier Sicilia. Se volvió en una especie de adicción con la cual se olvidó de su alcoholismo y de su brutal depresión. Poco a poco, Daniel empezó a salir de su profunda obscuridad en la que vivía. Escapó del profundo calabozo de recuerdos que no le permitía avanzar y dejó de desperdiciar su vida deambulando por las tanto por calles como en el interminable laberinto de su confundida mente.
Sigue leyendo la novela: http://elinformemadelman.typepad.com/
Sigueme en Twitter @ElInformemadelman
Follow Us!