Jorge Uribe Piedrahíta
Comunicador Social/Periodista
Después de casi 50 años de terrorismo y lucha armada, la ETA (Euskadi Ta Askatasuna, expresión en euskera traducible al español como País Vasco y Libertad), declara ante el mundo el abandono total de la “lucha armada”, permitiendo por ende que el Estado de Derecho y la acción policial fueran los triunfadores, y que la violencia y la opresión, fueran el repudio de los humanos.
“ETA ha decidido el cese definitivo de su actividad armada. (…) Con esta declaración histórica muestra su compromiso claro, firme y definitivo”. Este fragmento hace parte del discurso que llenó de alegría a todo el universo, sobre todo a los españoles que durante medio siglo sufrieron las inclemencias y el desorden de un grupo de inhumanos, alzados en armas.
Para las demás bandas terroristas y guerrilla, se convierte en un excelente ejemplo, pues deben pasar de pregonar que existe un “conflicto armado” y que personifican la voz del pueblo, a realmente autollamarse los opresores del pueblo, ese pueblo que no necesita una voz agresiva, que refleja su opinión a través del voto, que de manera decidida a ejercicio la democracia por muchos años.
Y es que la decisión de la ETA, sucede por tres poderosas razones: El repudio de toda la sociedad española y mundial a sus métodos; la resistencia frente al chantaje; y la admirable represión policial. Lo mismo pasa en países como Colombia, donde las FARC, el ELN y otros grupos terroristas, deben entender que esa filosofía desgastada y tormentosa, ha perdido vigencia; que los pobladores quieren vivir en paz y que al poder no se llega a través de la destrucción de territorios, el liderazgo se asume a través del diálogo y un debate sincero.
Tal como le ha ocurrido a las FARC, la ETA empezó a recibir una serie de quiebras internas dentro de su estructura, una coordinada actividad de inteligencia, que en los últimos años tuvo, además, la invaluable cooperación de Francia. En Colombia, se han dado de baja a Raúl Reyes, el Mono Jojoy y otros, que dedicaron su vida a realizar daños incalculables.
Durante el gobierno de José María Aznar, ETA sufrió los ataques feroces de la policía, y con Rodríguez Zapatero inició un proceso de negociación fracasado por el no cese de las actividades ilícitas de los etarras.
Más allá que haya sido la ETA el que dispuso el cese de su oleada violenta, la pregunta es ¿Qué logran estos delincuentes durante más de 50 años de historia criminal? ¿Será que la ETA, las FARC, el ELN y otros, han podido ser felices y logrado resultados admirables? Todo su ejercicio se traduce en sangre, muerte, dolor, desolación, desplazamiento, hambruna…
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