Jorge Uribe Piedrahíta
Comunicador Social/Periodista
El Presidente de EUA, Barack Obama; envió al congreso anglosajón, el proyecto de Tratado de Libre Comercio con Colombia; uno de los más ansiados por el país; aunque no el primero que se suscribe entre ambas naciones, ya que en 1846, en el gobierno de Tomás Cipriano de Mosquera, se firmó uno de Libre Comercio, Paz y Amistad, impulsado por el padre del librecambio en Colombia, Florentino González, en ese momento Secretario de Hacienda.
De superar el estudio en el Congreso de EUA, el añorado TLC se convertiría en un tangible y solo pasaría a sanción presidencial. Sería la “recompensa” a tantos y tantos años de negociación y al lobby presidencial constante que cometió Uribe en su gobierno para alcanzar dicho objetivo.
El viacrucis comenzó hace 11 años, cuando el presidente Andrés Pastrana solicitó a las autoridades norteamericanas incorporar a Colombia en la agenda de esos acuerdos que ya se habían firmado con otras naciones. Sería el premio especial a muchos años de obediencia nacional. Posteriormente, Uribe insistió ante Bush y a finales de 2003, la Secretaria de Comercio estadounidense confirmó el inicio de las negociaciones del TLC con Colombia y Perú. Este último país ya conquistó su sueño americano en 2009, con lo que reforzó su presencia en la APEC.
A finales de 2004, los mandatarios Uribe y Bush suscribieron el TLC en Washington; y con un abrazo entre hermanos, se pensó que éste sería ratificado prontamente en el Congreso. Sin embargo, las presiones de los demócratas endurecieron el proceso e impidieron que el Tío Sam empezara a mandar productos libremente a Colombia.
Mientras tanto el Congreso Nacional, aprobó en 2007, el llamado Protocolo Modificatorio, que era una solicitud de los demócratas; pero cuando se creía que ya todo estaba consumado, la distinguida Nancy Pelosi, presidente de la Cámara baja gringa; argumentó de todas las formas el por qué no se podía un TLC bilateral.
De allí comenzó la coquetería colombiana a pavonearse por los escenarios norteamericanos. Desde ministros, empresarios, hasta el propio presidente Uribe, tuvieron que menearse por Washington para alcanzar sus objetivos estratégicos. Pero aún así, no cedieron.
“Ojala no tengamos que derramar lágrimas por el desempleo y las consecuencias que el tan implorado TLC, nos va a traer: Invasión de mercancías americanas, mientras nuestras plantas manufactureras cierran sus puertas”, indicó María Luisa Espinosa Puerta, economista.
El presidente Santos proclamó con alboroto, que en septiembre tendría el TLC firmado. Y desde junio se inició el cumplimiento estricto de cada una de las exigencias de la señora Pelosi y toda su corte. Ojala este acuerdo sea más duradero y más favorable que el que firmó el gobierno de Mosquera hace 165 años; y no traiga consigo consecuencias nefastas para la economía nacional…
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