Jorge Uribe Piedrahíta
Comunicador Social/Periodista
El domingo 11 de septiembre, EUA y el mundo conmemoraron 10 años de los atentados ocurridos en Nueva York, Washington y Pensilvania, cuando miembros de Al Qaeda estrellaron cuatro aviones contra las Torres Gemelas, el Pentágono y una llanura en el noreste del territorio. Más de 3.000 humanos perdieron la vida en el golpe más fuerte que han recibido los norteños en su historia, el mismo que desencadenó las guerras en Irak y Afganistán, la decadencia de los terroristas de Al Qaeda y la muerte de su líder, Osama Bin Laden.
Desde 2001, los norteamericanos iniciaron una guerra contra los terroristas, en busca de evitar que se repitiese lo de ese fatídico 9 -11, han llegado al punto de debilitar a Al Qaeda, a través de una guerra permanente contra el terror. Osama Bin Laden pasó de ser el Zar del islamismo radical, a un reo atrincherado en un cuarto oculto. El 2 de mayo del presente año, le dieron de baja, convirtiéndose en uno de los grandes éxitos de las tropas gringas.
Y so pena de los cambios en las estructuras gubernamentales en Medio Oriente, ninguna búsqueda de libertad ha estado ligada con Al Qaeda; por el contrario, la voz del pueblo en vez de levantarse para apoyar los designios de Bin Laden, resonaron para derrocar las dictaduras y promover la democracia: El 18 de diciembre de 2010, Mohamed Bouzazi se inmoló en Túnez en protesta por la corrupción del régimen; el 14 de enero de 2011, renunció Zine al-Abidine Ben Alí. Luego El Cairo llevó a la dimisión del presidente Hosni Mubarack; Libia protesta contra Muamar Gadafi y Siria se alzó contra Bachar al –Assad.
La pérdida de confianza
Lo cierto es que EUA, que siempre mantuvo un perfil de superpotencia militar; fue vulnerado y en esa medida, ha perdido su credibilidad. Si hubo alguna justificación para iniciar la guerra contra los talibanes de Afganistán, país que acogió a Bin Laden, no pareció haberla en el caso de Irak, pues jamás se descubrió un nexo entre el líder de Al Qaeda y el dictador iraquí Saddam Hussein.
Otro atentado contra la credibilidad de EUA, se vivió en 2004, cuando el programa “60 minutes” de la cadena ABC y la revista The New Yorker, dejaron en descubierto los abusos cometidos contra prisioneros iraquíes en la cárcel de Abu Ghraib. Sumándole los costos humanos que han tenido las guerras de Irak y Afganistán, las que han cobrado 137.000 muertes, han generado 7,8 millones de refugiados y se han perdido 7.498 soldados estadounidenses. Otro dato alarmante es el astronómico costo financiero de ambas ofensivas, que asciende a cuatro billones de dólares y lo peor es que no se ha alcanzado la meta prometida.
Pero más allá de las pérdidas humanas y monetarias, la cotidianidad en el país anglosajón ha cambiado intensamente desde los atentados: Pasar los controles de seguridad en un aeropuerto es vivir un auténtica desazón, parquear cerca de un edificio emblemático es una amenaza; quienes caminan por Manhattan y ven un avión sobre el Empire State piensa siempre lo peor, y quien encuentra un maletín sin dueño, cree que va a volar por los aires.
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