La crisis de confianza griega se expande por Europa

Jorge Uribe Piedrahíta
Comunicador Social/Periodista.

Se desestabiliza de nuevo la economía europea, después de la posible expansión que tendrá la crisis financiera de Grecia, hacia países de la llamada Zona Euro, entre ellos Italia y España. Pero en esta oportunidad se teme que la defensa del euro, tal como ocurrió con los rescates de Irlanda y Portugal, no sea suficiente para evitar la hecatombe continental.

La crisis griega ha sido el punto de inicio para el tambaleo económico de la Unión Europea y no hay ninguna posibilidad de ocultar las fisuras que supone haber creado una comunidad pensando más en una moneda única que en las profundas diferencias políticas y sociales de quienes la integran.

El rescate financiero de Grecia no es un acto de altruismo ni de caridad, la única razón por la que los 16 países que conforman la Zona, estén dispuestos a lanzar salvavidas, es el riesgo que tiene la estabilidad del euro, el corazón mismo de la economía de Europa. Ocurrió lo mismo en Irlanda y Portugal, los otros territorios que se sumaron al conjunto de ayudas para resanar los hongos económicos, los mismos que crecen velozmente, en Italia y España.

En el caso de Italia, una robusta economía europea, ya se empezó a sentir la llegada del virus financiero, sumado a los escándalos sexuales que protagoniza Silvio Berlusconi, primer ministro de los ítalos; y a que las finanzas globales aún están con un débil mejoramiento; en Estados Unidos aún no se abandona la incertidumbre que dejó la crisis de 2008, y por el contrario Obama alerta sobre una latente recesión mundial.

Por ahora, en la reunión de los ministros de Economía de la eurozona, se deben tomar serias decisiones, tanto sobre el caso de Grecia, como de toda la región. Así mismo, la postura alemana, principal economía de la Zona, debe ser tomada en cuenta: Ellos exponen la necesidad de que los inversores privados, tales como los bancos, asuman parte del costo del rescate financiero, rebajando los intereses sobre las deudas de las naciones comprometidas.

La Unión Europea soñó con tener una moneda única, el euro, pero no pensó en cómo sincronizar los apetitos políticos de sus miembros y las dificultades terminan siendo por los intereses individuales de cada participante y las ansias de poder.