por Adriana Ramos
En la Copa Mundial Femenina, los Estados Unidos, se han colocado a la final. ¿Cómo, las mujeres? La historia del fútbol (como decimos en México – soccer de este lado de la frontera-) ha crecido en participación y popularidad en los últimos 30 años, y ahí está el resultado, una merecida llegada a la “Final” del equipo femenil.
Para mí, el primer encuentro con el soccer femenil, fue cuando me mandaron a estudiar y vivir con la familia “Smith” en Pasadena California, a un intercambio, objetivo dominar idiomas.
Mi vuelo Internacional de la Ciudad de México aterrizo en Los Angeles, mi familia y en especial Caroline me recibieron con globos, era una experiencia única el poder compartir más que un verano y meses de escuela, sería una vivencia plena y con una niña de mi edad estadunidense, además, dominar el inglés. Después del tiempo planeado, en el que yo permanecería con ellos, Caroline haría lo mismo, iría a vivir con mi familia a la Cd. de México, a dominar el español.
Siendo una preadolescente a mediados de los 70’s no sólo me parecía increíble oportunidad, conocer y experimentar en carne propia ¿cómo viven?, “ahora sí conoceré su secreto”, pensaba.
Desempacar maletas y conocer algunas reglas en casa de “Los Smith”; si salen en bicicleta, avisen; estos son los teléfonos de emergencia, a la hora del “lunch” se pueden hacer un sándwiche de crema de cacahuate; lo que quieran. “Qué libertad tan maravillosa”, pensaba, sin pedir permisos para salir, decidir qué comer de almuerzo, ¡guau!
El tercer día apresurada, Caroline me dice, “Adriana por favor, cámbiate de ropa, busca unos shorts y unos “tenis” (zapatilla deportiva), que me espera mi práctica de soccer”. “¿Cómo, soccer?, pero si eres mujer” casi alzaba yo la voz en mi afirmación, ella volteaba y me miraba con admiración, “Sí ¿y? es soccer, estoy en la competencia de Distritos, por favor se hace tarde, sabes, mi entrenador es algo especial con la puntualidad en las prácticas, por favor date prisa”. Me parecía que mi inglés era tan malo que no entendía ¿cómo? ¿una niña podría jugar soccer? .
¿Fútbol?, por favor, soy de México, que sí conoceré el juego, -me decía en la mente- no me pierdo los partidos de las ligas nacionales, veo los partidos en TV con mis tres hermanos y mi padre, sus acaloradas porras por su equipo preferido, veo Copas Mundiales y conozco al equipo nacional. En casa, mis hermanos jugaban todos los días y si me dejaban participar, era cuando querían al portero, ¡qué pelotazos me daban!, pero era tan mala, que terminaban dándome las gracias, pero ¿niñas?. En mi escuela en México había baloncesto, voleibol…pero nada de soccer para niñas.
Al llegar a esas canchas, en un parque enorme (el que muestro en la foto superior), eran tan verdes, que sólo resaltaban los colores de los distintos equipos, decenas de niñas, pelotas volaban de un lado a otro, los únicos hombres “los entrenadores” lo demás solamente niñas, adolecentes y mujeres. Las tenían practicando, corriendo alrededor de la cancha. Pasándose la pelota unas a otras. Alguno que otro entrenador gritando y mandando a la banca a quien no hiciera bien las sentadillas, los saltos, las lagartijas; “qué exagerados”, pensaba, “con este calor de verano, deberías ser más suaves con ellas, son niñas”. Pues al contrario, las prácticas me parecieron como las que veía en la en México para los equipos se segunda y primera división, fuertísimas. Una hora de calentamiento, la segunda, a jugar.
¡Y qué si jugaban! Eran buenísimas, estaba segura que cuando llegara Caroline a México les daría una paliza a mis hermanos en la cancha de nuestro club. Corrían completamente sincronizadas, no había faltas de fuera de lugar, al contrario, las únicas faltas ó mejor dicho “fouls”, eran la amonestación por quejarse acaloradamente con el árbitro de línea. ¡Qué forma de entrarle a la pelota! pensaba, sin miedo a los pelotazos, ni a rodillazos, a nada, todas por su equipo por ganar, a meter goles y a seguir los señalamientos del entrenador.
Con los años siempre pensé que el equipo femenil crecería más en este país, ahora mi hogar, más que el de los caballeros “con todo respeto al equipo masculino de los EUA”, y miren ahora. A la final de una Copa Mundial. Muy merecido el esfuerzo de todas estas chicas; en cada una de ellas, recuerdo a Caroline, en esas prácticas de soccer, sudando con gran esfuerzo y dedicación en aquél verano en Pasadena, California, dónde al final, el secreto era ¡la pasión por dar lo mejor de ti!.
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