Jorge Uribe Piedrahíta
Comunicador Social/Periodista.
El IDEAM (Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales de Colombia), declaró que el fenómeno de La Niña llegó a su fin. Según este organismo, la temperatura del Pacífico se estabilizó. Sin embargo, advirtieron que el invierno estará hasta mediados del mes próximo.
Los últimos meses, han evidenciado las vulnerabilidades del país: Se ha visto un territorio roto, con un sistema vial fracturado y un pueblo sumergido en el agua. Hasta el momento son más de 720 mil familias afectadas; 450 muertos y 80 desaparecidos.
Pueblos enteros como Gramalote fueron exterminados del mapa; al igual que muchos situados en las laderas de los ríos Magdalena, Cauca, San Jorge, San Juan, Atrato o Sinú. La sabana de Bogotá, los valles de Ubaté, Chinquinquirá, del Cauca y La Mojana se hallan inundados. La ruptura de varias arterias viales aislaron a infinidad de municipios; los sistemas de acueducto y alcantarillado han colapsado y las pérdidas económicas son inimaginables.
Y es que los tormentosos acontecimientos han desenmascarado la débil institucionalidad del Ministerio del Medio Ambiente, y de las entidades de prevención de desastres. “Los dineros destinados a fortalecer la infraestructura están siendo robados, y las tormentas desmaquillan el carrusel de saqueo; no se cuenta con la capacidad ni la coordinación para enfrentar esta crisis ambiental”, explicó Juan Carlos López, ecologista.
Un punto a favor del Gobierno, es su rápido accionar al declarar la emergencia social, económica y ecológica, lo que lo facultó para darle agilidad a los procesos y obtener recursos que permitiese mejorar las condiciones viales.
Sin embargo, la institucionalidad de Colombia Humanitaria no ha sido la más correcta, pues los convocados a dirigirla son altos ejecutivos que carecen de experiencia humanitaria, ambiental e infraestructural. El Presidente también en su afán de descentralizar transfirió a las autoridades locales la responsabilidad en el manejo de los recursos, los sistemas de contratación y la ejecución de obras, sin tener presente que los departamentos entran en elección de gobernadores y alcaldes, y que muchos de los actuales politizan estos proyectos para que sus sucesores sean de la misma línea de poder y en el caso más patético, roban los capitales antes de terminar sus mandatos.
Mientras tanto, los damnificados protestan por la falta de ayudas, sigue lloviendo, y las contrataciones son irregulares. Así mismo, se ignora la ayuda de organismos internacionales, tales como la ONU o la Cruz Roja Internacional, entes que facilitarían la vigilancia del uso de los recursos. Y finalmente, lo más preocupante es que se ha comprometido gran parte del capital económico de la nación, sin definir un buen administrador de esos recursos. ¡Oh querida Niña! Te vas, pero dejas un país desolado.
Follow Us!