Jorge Uribe Piedrahíta
Comunicador Social/Periodista.
El Instituto Internacional de Estudios Estratégicos de Londres emitió un informe, en el que dejan al descubierto los lazos entre Chávez y Correa con las FARC; afirmaciones que exigen al gobierno nacional no tener por mejores amigos a dos patrocinadores del terrorismo.
Se debe poner en la balanza las posibles pérdidas que generan las malas relaciones; pero la dignidad colombiana no puede ser guardada en una caja e ignorar los vínculos entre Ecuador y Venezuela con el grupo narcoterrorista de las FARC. Debe ser el mandatario de Colombia el que deba explicar, los datos hallados en el computador del abatido “Raúl Reyes”.
Es imperdonable que los gobiernos de la región se den palmaditas de hipocresía y toleren apoyos a quienes flagelan al pueblo. Pasamos de exigir cooperación en la lucha contra el narcoterrorismo; a tener a payasos dándose la mano para pregonar al viento: “El pasado ya pasó”.
Lo paradójico es que el vicepresidente Garzón dice que esos informes no son responsabilidad del gobierno para evitar rupturas en las relaciones y en el intercambio comercial. Es vergonzoso legitimar las relaciones cuando no se tiene claro el compromiso de las partes: El silencio será el cómplice de patrocinios a delincuentes vestidos de políticos.
Lo comprobable es la información emitida por el Instituto Internacional, que informa que Chávez mantuvo relaciones directas con las FARC y financió su aparato militar y terrorista para protegerse políticamente, defender su modelo revolucionario y contribuir a su proyecto expansionista.
Quizás lo anterior no lo conocían los colombianos; pero seguramente Santos, ex ministro de Defensa; debió saber cada uno de los lazos que unía al comandante socialista, al ecuatoriano y las FARC. Por eso el interrogante es: ¿Por qué se calla en estos momentos?
Colombia es víctima del narcoterrorismo, y todos aquellos que lo patrocinen son enemigos de la patria, de la democracia y de la seguridad de sus pueblos. No podemos ser incoherentes al exigirle corresponsabilidad a la comunidad internacional, pero dejamos pasar por alto los atropellos de quienes se creen demócratas, pero que en la realidad son más terroristas que los mismos que alzan sus armas contra la humanidad.
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