Por Jorge Uribe Piedrahíta
Comunicador Social/Periodista Colombia
Hace 50 años el primer ministro cubano, Fidel Alejandro Castro Ruz, acusó a EUA de agresión económica y anunció al mejor estilo de Chávez, la expropiación inmediata e irreversible de todas las grandes empresas norteamericanas que tenían sede en Cuba, incluyendo las refinerías de petróleo, 36 centrales azucareras y las compañías de telefonía y electricidad, con bienes avaluados en más de 900 millones de dólares de la época.
Castro Ruz criticó, ardientemente, al Congreso norteamericano, por la intención de reducir en 700 mil toneladas las importaciones de azúcar cubana y también evocó los centenares de millones de dólares de interés anglosajones, que están en tierra cubana. Fue así como el 15 de octubre de 1960, Fidel Alejandro decomisó la propiedad urbana de los estadounidenses. La administración de Dwight Eisenhower respondió cuatro días después prohibiendo las exportaciones a la Isla, salvo algunos alimentos, medicinas y suministros médicos, y redujo a cero las importaciones de azúcar de Cuba.
Este es el inicio de uno de los embargos económicos más extensos de la historia de EUA, incluyendo el de mayor duración en comparación con el más famoso de los embargos: El de Thomas Jefferson contra Inglaterra y Francia, impuesto en 1807 por las amenazas contra los navíos y tripulantes norteamericanos.
En 1966, la Ley Helms -Burton, extrañamente llamada Ley de Libertad y Solidaridad para Cuba, incorporó las regulaciones del embargo aplicado a la Isla. Los Títulos I, II y IV, pretenden conseguir apoyo internacional y condicionan su levantamiento al desmantelamiento del sistema político cubano y a la devolución de las propiedades confiscadas.
Las designaciones del Título III, impiden las inversiones extranjeras en Cuba, mediante juicios en cortes norteamericanas contra aquellos empresarios extranjeros que realicen negocios en la Tierra comunista, facultades que han sido suspendidas repetidamente: George W. Bush, ex presidente de EUA, lo hizo en 16 ocasiones; Barack Obama, actual presidente de Estados Unidos; ha hecho este acto dos veces para “beneficio de los intereses nacionales de su país” y “la transición a la democracia en Cuba”.
En los últimos 20 años, principalmente después de la separación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, la presión para su eliminación crece con el tiempo. En el ámbito internacional, la ONU ha condenado el embargo contra Cuba; la última votación fue 187 a 3. La OEA, luego de expulsar a Cuba, le ha transmitido una invitación para su regreso, sin éxito.
“Los embargos tienen como objetivo ser prohibiciones legales aplicadas a los flujos comerciales. Según lo vivido con Cuba, entendemos que el proceso tiene un inicio, pero nadie conoce las políticas especiales para darle un cierre. Su legalidad se desvanece con el tiempo, con el cambio cultural, con la renovación del pensamiento y los modelos políticos y sociales. Pierden validez, aunque sus causas iniciales tenga gran poder”, explica Juan Ignacio Laverde López, asesor Político y Cultural.
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