por Jorge Uribe Piedrahíta
Comunicador Social/Periodista Colombia
Fue sorprendente ver cómo algunos analistas y sectores de la oposición del Gobierno Nacional, tildaban de apresuradas y provocadoras las denuncias del Presidente Álvaro Uribe, sobre la presencia guerrillera en territorio venezolano. Fue más inimaginable decir que esto perjudicaría las relaciones comerciales y que la ruptura binacional representa la quiebra para los dos países.
Por el contrario, ya no debe paralizarnos las declaraciones de Chávez, quien tiene por diplomacia los insultos y las amenazas; ese comportamiento permitió que la clase empresarial colombiana hiciera frente a la situación y reemplazara el 84% de las exportaciones hacia el vecino país por otros mercados más seguros. En vez de hacernos daño, Chávez ha despertado a los empresarios de varios años de letargo.
Ahora Ernesto Samper, ex presidente de Colombia, y otros, no pueden declarar que nadie sabía las consecuencias del comportamiento maquiavélico de Chávez, pues desde hace casi un año nos viene aplicando un ilegal embargo comercial. La ruptura de las relaciones y las acciones militares en las fronteras hacen parte de los hechos y provocaciones que el mandatario venezolano implementa para taponar sus problemas internos.
El Gobierno de Uribe actúo correctamente: Hizo respetar la dignidad de la Patria y evitar falsas palmaditas en la espalda, mientras que refugian a los delincuentes más grandes de la historia de este país. No podía permitir que Chávez tocara territorio colombiano para sentarse en la posesión de Santos y autoproclamarse un compatriota más.
Por eso los dirigentes empresariales entendieron que la única posibilidad de acabar con la dictadura comercial que imponía el vecino por sus petrodólares, era buscar nuevos mercados en el mundo. Chávez, en vez de encerrar la nación, le otorga la apertura económica que tanto necesita. Hoy, Colombia tiene acuerdos comerciales con 46 países y el 84% de las exportaciones que dejaron de llevar a Venezuela, son repartidas por el mundo.
La dignidad de la nación y la valentía de los colombianos, no puede ser pisoteada y aunque los habitantes de las fronteras se verán en situaciones precarias; la unión y los proyectos que implementa el Gobierno, servirán para apagar la hoguera.
La situación pasará de las amenazas económicas a la intimidación militar para restringir la gobernabilidad del presidente entrante, Juan Manuel Santos; igualmente, tendrá que utilizar esta crisis para formar cortinas de humo que ocultan los problemas internos de Venezuela. Y como dijo Uribe: Si está tan comprometido con la paz de Colombia, que le diga a los guerrilleros que se ocultan allá, que se desmovilicen.
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