por Jorge Uribe Piedrahíta
Comunicador Social/Periodista Colombia
Hace poco Colombia se levantó con la sorprendente noticia de la demanda contra el pueblo colombiano, maquillada como conciliación, de Ingrid Betancourt por sus años de cautiverio; hecho que fue calificado por el Vicepresidente de Colombia, Francisco Santos, como el premio mundial a la desfachatez y la hipocresía.
Después de prometer vehemente, la “francesa” Betancourt, que no se cortaría el cabello hasta que liberaran al último secuestrado, la vimos abrazándose, hipócritamente, con los demás liberados en el segundo aniversario de la Operación Jaque, en la que la ex senadora fue liberada al lado de otros miembros del Ejército Nacional; en ese evento su cabello lucía corto y era la primera vez que tocaba suelo colombiano después de su liberación.
La Operación Jaque fue un suceso heroico del Gobierno, que hoy Ingrid, lo traiciona con un gesto injusto, ingrato, carente del mínimo sentido de patriotismo hacia Colombia y los colombianos.
“La Operación Jaque le pagó a Ingrid lo que ella ahora reclama; es más le quedó debiendo, porque mientras el Gobierno se gastó miles de millones de pesos en reuniones, desplazamiento de tropas, logística, conversaciones internacionales, procesos de inteligencia, combustible para aeronaves y preparación de personal; la familia de la ex secuestrada se pavoneaba en los escenarios internacionales con una campaña de desprestigio hacia el Presidente Uribe y Colombia”, expresa Margarita Rosa Bustamante, periodista.
Colombia, el país de nacimiento de la ex candidata presidencial, se siente herida en sus venas, se siente con rabia y dolor. Después de verla como la Juana de Arco del Siglo XXI y quizás nominarla como una posible aspirante a la Presidencia de Colombia, hoy la Nación siente que su interés es monetario y eso hubiera hecho como mandataria: Robarle los impuestos al Estado y no permitir el libre desarrollo de aspectos sociales en Colombia.
“Yo no quiero demandar al Estado colombiano, sólo que se me dé una oportunidad de lo que sucedió con mi secuestro, de lo que me pasó a mí, no se repita”, así justificó Ingrid lo que ella misma describió: la solicitud de “una cifra astronómica y absurda”, si todas las oportunidades se tradujeran en dinero, Colombia estuviera en banca rota.
Es incomprensible que el alegato del abogado sea que el país le provocó perjuicios morales, materiales y físicos, daños emergentes y lucro cesante, acaso a esta mujer se le olvidó que quien la secuestró no fue el país, sino la FARC ¿Por qué los habitantes tenemos que asumir la responsabilidad del grupo insurgente?
Francia, el país putativo de Betancourt, intentó rescatarla con operativos por encima y por debajo de mesa, lo que provocó que la FARC la viesen como la joya de oro de su ramillete de secuestrados. El Presidente Sarkozy solicitó la liberación del canciller de las FARC, Rodrigo Granda, a lo que accedió Uribe como muestra del interés de la liberación de Betancourt, pero el país perdió por los múltiples daños que seguirá ejecutando este delincuente.
La crisis de Venezuela, también tuvo su origen en la búsqueda de la liberación de Ingrid, ya que Uribe permitió la facilitación de Chávez y la mediación de Piedad Córdoba para lograr la liberación; pero al ver que los intereses iban por otros caminos, Uribe canceló la participación venezolana y hasta hoy Colombia y Venezuela, dos patrias hermanas, se encuentran en pelea.
La falta de protección del Gobierno de ese entonces, no puede convertirse en justificación para Ingrid, porque fue ella quien decidió irse para San Vicente del Caguán, bajo su propia cuenta y riesgo y eso lo dejó estipulado y firmado ante un documento que guarda el Ministerio de Defensa y el ex presidente Andrés Pastrana.
¿Será que Ingrid Betancourt ya dimensionó todo lo que ha invertido Colombia para lograr su liberación? La propia integridad, libertad y vida de quienes asumieron la Operación Jaque, cuyo objetivo específico fue lograr que Ingrid saliera de la selva.
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