por Jorge Uribe Piedrahíta
Comunicador Social/Periodista Colombia
Las históricas relaciones entre Colombia y Venezuela, han convertido los dos países suramericanos en un solo territorio, en el que los aconteceres diarios perjudican o benefician al vecino; sobre todo en el ámbito económico.
Finalizado enero, llega una temporada carnavalesca para los venezolanos, quienes en febrero celebran, en varias ciudades, ferias que distraen a la población, tales como el torneo local de béisbol, que reúne a las estrellas más importante de esta disciplina deportiva en ligas estadounidenses.
Analistas internacionales han descripto a Caracas como una ciudad que vive intensas preocupaciones, protestas y crisis provenientes de decisiones gubernamentales. Para algunos, es sentir lo ocurrido el 4 de febrero de 1992, cuando el Coronel Hugo Chávez lideró el golpe de Estado al Presidente Andrés Pérez, por su deteriorada imagen, producto de proyectos económicos parecidos a los actuales. Otros aseguran que el país volverá a tener lo acontecido en abril de 2002, cuando Fedecámaras convocó a una huelga generalizada que terminó en una hecatombe policial, pues miembros de las fuerzas militares acabaron con las protestas a través de tiroteos.
La situación venezolana no puede ser calificada como asunto normal, pues aquellos que han decidido manifestar por no estar de acuerdo con violaciones como el cierre del canal RCTV, temen por sus vidas antes las amenazas del Comandante de la Revolución Bolivariana; así las continuas renuncias de miembros del gabinete presidencial, iniciando por el vicepresidente y su esposa la ministra del medio ambiente, reflejan la fuerte tensión que se respira. Sin sumar las provocaciones que ejecuta Chávez como la incursión en territorio aéreo colombiano de un helicóptero militar.
La puesta en escena de Chávez tiene como objetivo encubrir su estropeada imagen, tras el racionamiento de agua y la crisis energética, causado por la sequía que azota al territorio vecino; además la falta de un plan de contingencia energética y los lujosos regalos a Cuba y Nicaragua en momentos de aprietos. La economía, con una inflación que llegó en 2009 al 25% y que es una de las más altas del mundo durante la última década, no se aparta de las malas decisiones chavistas, como la devaluación de bolívar fuerte, que podrían originar el aumento en los precios de productos del 40%, un escollo más para el régimen.
Chávez no se ha quedado sin peones para sus jugadas; simplemente que sus acciones son cada vez más toscas, al punto de nacionalizar empresas como Almacenes Éxito, bancos e industrias cementeras; lo que provoca un temor a inversionistas extranjeros. Sin embargo, su seguridad se fundamenta en sus reservas petroleras; que le han permitido conquistar líderes latinoamericanos y callar gran parte de opositores a sus planes expansionistas y tiránicos.
Colombia debe tener cuidado ante la complejidad del asunto, pues gran parte de la expansión comercial nacional hacia el exterior fundó sus empresas y negocios en este territorio y como prueba de una discriminación comercial, Chávez ha robado empresas a su antojo y mantiene un lenguaje hostil, grosero y antipático ante el Estado colombiano. Las exportaciones están, prácticamente, en ceros y la búsqueda de nuevos mercados en el mundo se vuelve política nacional para Colombia.
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