Haití necesita a Pedro Pan

por Jorge Uribe Piedrahíta

Comunicador Social/Periodista Colombia

Entre el 26 de diciembre de 1960 al 23 de octubre de 1962, EUA implementó la operación Pedro Pan, que traduce al inglés: Peter Pan; con este proyecto alejó del régimen Castrista la mayor cantidad de niños cubanos para llevarlos a Estados Unidos, donde tendrían un futuro más promisorio. En ese entonces la Iglesia Católica y los cubanos exiliados jugaron un papel significativo y de cooperación en la ayuda contra las actividades de Fidel Alejandro Castro.

Durante esos meses de operación, 14 mil niños de padres opositores a la dictadura de Castro, arribaron a territorio norteamericano, y hoy, 45 años después, este mismo proyecto busca ser efectuado en territorio haitiano, donde un terremoto de 7 grados, desoló todo lo que hasta hoy se conocía como Haití. La inmensa hecatombe, cuya cifra de muertos supera los 150 mil, también dejó centenares de huérfanos, a quienes la Arquidiócesis de Miami pretende trasladarlos a esta ciudad para brindarles la ayuda necesaria y buscarles un hogar sustituto.

En esta oportunidad no se trata de contrarrestar la tiranía de un hombre, sino la severidad de la Tierra, quien en muestra de su enojo con los individuos, evitó las distinciones de pensamientos políticos, edades y razas, y a través de uno de los terremotos más desastrosos de la historia, dejó a miles de haitianos sin esperanzas y a niños sin una vivienda digna.

“Son innumerable los niños que van por las calles sin futuro, familia, padres, ni techo,” reconoció la Unicef. El mundo se escandaliza cada vez que un medio de comunicación emite imágenes sobre el dolor que padece la infancia, cuyo mayor tesoro es lo que llevan puesto, aunque los grupos de socorro centran su atención en esos inocentes seres, que no alcanzan a dimensionar la terrible realidad que aqueja a su país.

Peter Pan es tan necesario en este momento, como lo pudo ser cuando Castro se tomó a Cuba; y no solo EUA debe adoptar infantes; cada nación del universo, debe tener la osadía de trasladar a niños sin futuro, para brindarles la ayuda necesaria y una familia digna, en donde pueda olvidar los horrendos segundos que se vivieron con el terremoto. En Colombia, la Arquidiócesis de Medellín, también ofreció 12 fundaciones para que reubiquen a estos chicos.

Ni los periodistas, ni los que viven hoy en carne propia la devastación, tienen las palabras suficientes para describirle al mundo lo que es Haití, lo que sobra de esta nación que ha padecido la pobreza más extrema de esta área continental. Además, el conflicto civil que se está suscitando por el hambre que sienten los habitantes, ante esto los EUA y la ONU se integran para mandar soldados que fortalezcan la unidad y el orden público.

Las ayudas y los alimentos donados, al igual que la medicina y el auxilio de médicos y socorristas de todo el mundo, es una muestra de la fragilidad que siente el hombre frente a estos acontecimientos. Ahora la invitación se extiende para que, a través de proyectos como Pedro Pan, los humanos no olviden que justo al lado del caos político, económico y social que vive la Isla, se encuentra la orfandad y la tristeza de todos los niños que el terremoto dejó solos.