Para quienes no se explicaban como es la personalidad de Felipe Calderón Hinojosa, un revelador texto, lo describe tal cual es: “sin quitarle ni ponerle una coma”.
Escrita por Carlos Castillo Pereza (+) en la época (1996) en que el actual presidente de la república era jefe del partido Acción Nacional, lo pinta de pies a cabeza.
“Tu naturaleza, tu temperamento es ser desconfiado hasta de tu sombra. Si te dejas llevar por ése, entonces no te asustes de no contar ni con tu sombra”.
Carlos Castillo Peraza, fue presidente de Acción Nacional en el trienio 1993-96. Felipe de Jesús Calderón Hinojosa fue secretario general de ese instituto político.
Castillo Peraza, formado en las filas del periodismo, de su natal Yucatán, llegó a la ciudad de México, en la década de los 70s., fue colaborador de El Universal cuando el autor de estas líneas era subdirector general de ese diario.
Polémico, puntilloso y de prosa limpia y cuidada, Carlos pronto se distinguió en las filas de Acción Nacional y allí empezó a crecer como hombre identificado con los lineamientos de ese grupo, fundado en 1939 por don Manuel Gómez Morín.
A su alrededor muchos jóvenes se iniciaron en las filas azules del panismo. Uno de ellos fue Calderón Hinojosa, llegado de Michoacán y abogado egresado de la Escuela Libre de derecho.
Al término de su período como presidente del PAN, Castillo Pereza no buscó su reelección; su interés personal lo encaminó a buscar una posición política relevante: la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal, que en 1997, por vez primera en las postrimerías del siglo pasado, iba a disputarse en las urnas.
Por eso impulsó al más cercano y fiel de sus discípulos, para que se postulara como candidato a la presidencia del partido. Obviamente Felipe ganó ampliamente la elección y se convirtió en el líder del PAN.
Conociendo el carácter iracundo y desconfiado de su protegido, es que le envió una extensa carta, en la que además de señalarle claramente sus defectos, lo exhortaba a moderar ese temperamento: “Presidirás: estarás sentado arriba. Desde allí vigila y exige con suavidad; carga sobre ti los errores de ellos. Acertarás con ellos. El riesgo es que todas las fallas se te carguen a ti. La oportunidad es que los aciertos serán todos tuyos. Pero con este proceder, lograrás que tus subalternos serán tuyos contigo;, no envidiarán tus medallas porque las sabrán de ellos; no te cargarán sus tropiezos porque los sabrán suyos. Serán uno. Crecerán el partido con el crecimiento de sus dirigentes. Serás su líder, la cabeza del cuerpo que sabrán y sentirán suyo; te sabrán su cabeza. Y esto es importante porque nadie te niega que eres la cabeza y que tienes cabeza. Yo menos que nadie”.
Añade la misiva: “Diles qué quieres y para cuando. No les digas ni te metas en el cómo y confía; corre el riesgo de confiar. Puedes hacerlo, porque en torno de ti no hay gente mala voluntad y tampoco retrasados mentales. Solo personas que tienen derecho a la oportunidad de ser ellas, de pensar por sí mismas, de correr el riego de equivocarse, de agradecer la oportunidad de acertar. Estoy seguro de que acertarán mas veces de lo que imaginas. “A los hijos dice un refrán japonés hay que darles solo dos cosas: raíces y alas”. Gibrán (Ýbrán) añade: “Nuestros hijos son flechas, nosotros somos arqueros. Nuestra responsabilidad es darles la tensión de la buena madera y la buena cuerda y el buen músculo, no hacerles el vuelo”.
El extenso documento publicado por “Etcetera”, termina diciéndole a Felipe: Perdona la intromisión. Un abrazo. Me voy con mi hijo mayor a Alemania. Voy a darle la última entrega de raíces, antes de que parta a volar con sus alas en octubre, cuando cumplirá 18 años. Hasta pronto, Jefe” y firma Carlos Castillo Pedraza.
El conmovedor mensaje seguramente fue escrito como queda dicho, antes de partir el autor a Alemania, viaje del que ya no regresó con vida.
Y aquí vienen algunas reflexiones mías: fue público y notorio que a César Nava, el presidente lo despidió de la secretaria particular, en términos distintos a los que aconsejó su mentor. Igual ocurrió con el “pendenciero” Germán Martínez Casares, a quién cesó al responsabilizarlo de la peor derrota electoral que ha sufrido Acción Nacional en toda su historia.
Y una pregunta queda flotando el aire: ¿qué pasó entre el mentor y el alumno, que convertido ahora en presidente de la república, poco ha hecho, por los deudos de aquel a quién debía todo..?.
CONFETTI
1.- Apareció el libro “Los dos Adolfos” firmado por Humberto Romero Pérez y Fernando Diez de Urdanivia. El volumen presenta los aspectos más negativos e intrascendentes de dos hombres excepcionales: don Adolfo Ruiz Cortines y Adolfo López Mateos, presidentes de México, el primero de 1952-58 y el segundo de 1958-64.
De don Adolfo, se ignoraron los aspectos más importantes de su gran obra y de su pasión por la política, tranquilizando las aguas, al devolverle a la figura presidencial el respeto a la investidura.
Del licenciado López Mateos, el autor advierte que lo conoció en casa de Elenita, hecho que nunca se difundió -yo traté a Humberto- desde que llegó como Jefe de prensa de don Adolfo en 1955 y nunca supe de ese detalle-.
Habla de las penurias que vivieron juntos -en las biografías de los dos, tampoco esta relación juvenil se conoció-, pero en fin desaparecido el expresidente pues no hay a quién preguintarle.
En el relato, el autor y el colaborador le dedican dos líneas, ¡solamente dos líneas..!, a una dama que como esposa del presidente de México, guardó un discreto pero eficiente papel y que realizó un gran trabajo, del que sobresale la fundación del INPI, Instituto Nacional para la protección de la Infancia.
Otro detalle, muy característico de Romero Pérez es el odio que manifiesta al mencionar al licenciado Justo Sierra, quién fue desde el inicio del gobierno, secretario particular del presidente.
En fin, un libro para mi gusto desperdiciado; en cambio el autor no menciona nunca ¿que fue de la fortuna personal que tenía al morir el licenciado López Mateos..?, ¡Allá él y su conciencia..!
2.- Se fue para siempre de la política el “pendenciero” Martínez Casares y apareció de inmediato otro “bravucón”: los políticos de todos los colores criticaron a Fernando Gómez Mont, secretario de Gobernación por la invitación que hizo al crimen organizado: “No se metan con los ciudadanos, en el gobierno los estamos esperando”. ¡Sopas Perico..!.
Yo creía que la obligación del gobierno era ir por ellos, no esperarlos, pero en fin, no cabe duda de que cada “cabeza es un mundo”.
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