por Rodrigo Llop
Economista
¿Será momento para reevaluar el muro de la vergüenza o tal vez es ya muy tarde? La reevaluación de la construcción tal vez lo sea; la reevaluación de su eficacia tal vez pueda hacerse. Ya está muy discutido el tema de que un muro retrasará a la gente en su paso hacia los estados unidos y que en definitiva no detendrá el cruce de sus sueños. Sin embargo ahora el concepto es otro. ¿Qué tan alto o que tan largo tendrá que ser el muro para detener el paso de un virus de un lado a otro?
El hecho de que exista la mínima probabilidad de una pandemia de influenza es el mejor ejemplo de que el mundo no tiene fronteras, y menos entre los Estados Unidos y México. Las culturas están entrelazadas, o más bien entrenzadas y mucho más en donde los casos han aparecido como California y Texas. Más de una cuarta parte de la población de Texas es mexicana. La naturaleza legal o ilegal de esta población es irrelevante cuando consideramos que la cultura latina tiene fuertes raíces con sus orígenes. Esto es, que tienen contacto directo con sus raíces directamente. Es de esperar que el muro no detenga cualquier relación emocional y por ende cualquier contacto.
Al igual que en otras problemáticas, la influenza no es un problema de uno u otro lado de la frontera (o del muro). Al igual que el narcotráfico y que el tráfico ilegal de armas este es un problema entre ambos países y un tema a resolverse entre ambos gobiernos. Este es un tema mundial e ilógico sería no aceptar el involucramiento de otros gobiernos e instituciones. Lo que es claro es que la distancia entre la Ciudad de México y cualquier ciudad en Texas o California no es mucho mayor que a San Luis Potosí (donde ha habido también casos). No más que horas a cualquier lado del mundo. Esto no lo detiene un muro.
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