por Luis Ariel Ramos
Periodista
Indignación nacional provocó el amparo que dio a conocer el jueves 26 el Quinto Tribunal Colegiado en Materia Penal del Primer Circuito, que exhoneró a Luis Echeverría de toda culpabilidad en la matanza –no fue genocidio- del 2 de Octubre de 1968. El expresidente permanecía en su domicilio particular, bajo “arresto domiciliario”.
La tarde de ese día, -2 de octubre- se reunieron en la Plaza de las Tres Culturas, estudiantes de la Universidad, del Politécnico, de la Normal de Maestros y miles de simpatizantes que el movimiento había reclutado, la inmensa mayoría de estos, pertenecientes a organizaciones y sindicatos rojos, que manipularon a los estudiantes desde el inicio de su rebelión y los apoyaron económicamente.
Para resguardar -¡RESGUARDAR..! el orden, estaban soldados que pertenecían a un Batallón de Fusileros Paracaidistas, y decenas de judiciales, que tenían un solo propósito: DETENER A LOS DIRIGENTES JUVENILES que encabezaban esas manifestaciones, que habiendo rebasado a las autoridades, constituían claras provocaciones al orden público.
El mitin se inició a la hora pactada –6 pm-, pronto oscurecería y todo transcurría sin asomo de alteración. Unos y otros –estudiantes, simpatizantes, patrocinadores del movimiento. Judiciales y soldados, se mostraban inquietos.
La Plaza de las 3 Culturas, está al norte del Zócalo capitalino. Lleva ese nombre porque allí se encuentran vestigios prehispánicos, un viejo convento de la época colonial y un moderno edificio de mármol que alojaba entonces las oficinas de la Cancillería Mexicana.
Impresionantes edificios de departamentos, construidos durante el gobierno del presidente Adolfo López Mateos, para conmemorar en 1960, el sesquicentenario de nuestra Independencia y el cincuentenario de la iniciación de la Revolución Mexicana.
En el edificio Chihuahua, vivían trabajadores clasemedieros y sus familias.
El diseño arquitectónico, tiene en cada tres niveles una amplia zona que desde el exterior parece un balcón y en su interior, es una zona que permite acceder a los departamentos de ese nivel.
Y desde esos balcones, judiciales y apoyadores de la causa, los ocuparon dizque para observar de las alturas, el desenvolvimiento de la reunión a la que asistieron poco más de 30 mil personas.
Y desde uno de esos balcones, un pequeño grupo de agentes de la Secretaría de Gobernación, esperaron pacientemente a que la noche cayera sobre la plaza.
Antonio Yáñez –apodado el junior, de impresionante musculatura –yo lo conocí personalmente muchos años antes- que se desempeñaba como jefe de ayudantes civiles de Luis Echeverría, disparó contra el general Hernández, comandante de ese batallón, hiriéndolo en un hombro.
Al caer el comandante, desde un helicóptero se lanzó una bengala, señal preparada para dar comienzo a un fuego cruzado, en el que participaron soldados, judiciales, apoyadores rojos y empezó la matanza.
Como reportero de El Universal, acompañado de Manuel Rojas Aguirre (+), caminábamos por la calzada Santa María de la Redonda –que conducía a la Plaza- y observamos que varias ambulancias, circulando en sentido contrario –de norte a sur-, se abrían paso con el apoyo de sus sirenas.
Dimos la vuelta y corrimos en la misma dirección de los vehículos, que se detenían en el edificio que alberga a la Tercera Delegación de Policía.
Entramos al inmueble y vimos con asombro, que regados en el piso, estaban los cadáveres de jóvenes de ambos sexos que traían las mencionadas ambulancias.
Manuel accionó su cámara y sacó el rollo, ocultándolo en el calcetín de su pierna derecha. Puso otro rollo y tomó otras fotografías del dantesco espectáculo.
Antonio Yáñez y sus acompañantes asistieron al acto, para incendiarlo. El propósito diseñado por Echeverría y sus colaboradores más cercanos, se cumplía a cabalidad: posicionar al secretario de Gobernación, como puntero en la sucesión para el siguiente período presidencial –1970-76-.
Diez días después de estos trágicos y sangrientos acontecimientos, se iniciaron en el estadio de Ciudad Universitaria, los XIX Juegos Olímpicos de la era moderna.
Al apagarse las luces de los eventos deportivos y encenderse en la pantalla gigante del coso de CU, la leyenda “MUNICH 1972”, las críticas sobre lo ocurrido en la Plaza, arreciaron.
En el país se respiraba una tensa calma, ya que a medida que corría el año 1969, se acercaba la fecha en la que el presidente don Gustavo Díaz Ordaz, tenía que designar al hombre que habría de sucederlo en la presidencia.
Luis Echeverría preparaba astutamente la jugada que convencería al mandatario, que él era el hombre indicado para sucederlo. El momento llegó durante uno de las audiencias formales en las que el Ejecutivo Federal, recibía al secretario de Gobernación.
Antes de que abandonara el despacho presidencial, el siniestro personaje, entregó “temblando” una carta al mandatario, en la que respetuosamente, renunciaba al alto cargo federal.
¿Qué es esto?… preguntó don Gustavo; es mi renuncia para que yo sea señalado como único responsable del 2 de octubre.
Con la mirada clavada en la alfombra de la oficina presidencial del Palacio Nacional, don Gustavo cayó en el garlito y respondió ásperamente, mientras aventaba el documento al piso: “Yo no necesito de estas pendejadas, para eludir mi responsabilidad”.
Meses más tarde, durante la lectura del texto de su V informe de gobierno, el presidente se declaró único responsable moral, ético y político de lo ocurrido en Tlatelolco.
Diputados, senadores e invitados a esa republicana ceremonia, aplaudieron de píe largamente la valentía de la afirmación, mientras que Luis Echeverría, con la cara encendida de felicidad, festejaba así los esfuerzos realizados para alcanzar el sueño de su vida: ser presidente de México.
En el ánimo de los mexicanos de esos tiempos y de los mexicanos actuales, nos queda la convicción, de que Echeverría Álvarez tuvo la enorme responsabilidad de organizar, conducir y llevar a cabo, el acto que originó esa matanza, que está presente, en la historia nacional, como uno de los actos de barbarie más cobardes, jamás organizados contra inermes jóvenes, que con su rebeldía, organizaron marchas y mítines que al cabo de los años, contribuyeron a cambiar al país.
Queda ahora contra Luis Echeverría, abrirle un expediente por los jóvenes desaparecidos.
Ojalá y no se nombre otra comisión investigadora; esperamos todos, por el bien de la nación, el esclarecimiento de este delito; en tanto que pese al amparo recibido, Echeverría Álvarez, seguirá siendo señalado hasta el fin de los tiempos, como autor o coautor principal, en esa mancha, que solamente la verdad, podrá lavar.
CONFETTI
1.- Luis Tellez cesado por sus imprudentes y elegantes (¿?) conversaciones telefónicas, seguirá viviendo cómodamente y continuará comiendo tres veces al día, al ser designado por Felipe Calderón como nuevo director de la Bolsa Mexicana de Valores. Sus críticos esperan que en esta nueva comisión permanezca hasta que nuevamente hable por teléfono, y de muestras sobradas de su estupenda cultura. “Sopas Perico”.
2.- Carlos Pascual, un cubano-norteamericano es el nuevo embajador de Estados Unidos en México.
3.- Trescientos veintidós mil millones de dólares suman los depósitos que los mexicanos pudientes tienen depositados en bancos extranjeros. Como nos hace falta un presidente patriota como Franklin Delano Roosevelt.
4.- Por la crisis económica no alcanzarán inscripción en la UNAM 155,000 alumnos.
5.- Doña Margarita Zavala, inauguró la Universidad para alumnos de la Tercera Edad, que la Primera Dama de México, fundó para que los ya no tan jóvenes, adquieran los conocimientos que les permitan acceder a mejores condiciones de vida.
6.- Fallecieron la semana pasada tres personajes ilustres que sobre salieron en sus respetivas especialidades:
Doña Griselda Álvarez del Castillo, poeta y escritora, que además fue la primera mujer mexicana en ser elegida gobernadora Constitucional de un Estado. Gobernó Colima de 1979 a 1985; su bisabuelo y su abuelo, también gobernaron esa entidad del Pacífico mexicano.
Don Eulalio Ferrer, republicano español que como publicista resaltó los valores nacionales y creó programas como “Así es Mi Tierra” y como escritor, dejó un gran acervo cultural que nos acercó al Quijote y a su fiel escudero.
Y el mejor boxeador de todos los tiempos, don Raúl Macías, apodado “El Ratón”, deportista ejemplar que siempre con modestia repetía después de cada pelea; “todo se lo debo a mi manager y a la Virgencita de Guadalupe”.
Descansen en paz.
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