Ceremonia de Libertad: Ceremonia de Inauguración del Presidente Barack Obama.

por Adriana Ramos

Parte 1

Finalmente llegó la fecha, martes 20 de enero, 2009. En esta fecha se llevó a cabo la Ceremonia de Juramento del presidente electo Barack H. Obama, en que juraría preservar, conservar y proteger el cargo como Presidente de los Estados Unidos de América. Desde que Barack Obama ganó las elecciones el pasado noviembre, se pronosticaba una concurrencia abrumadora que volcaría todos sus deseos por presenciar un momento histórico en primera fila.

Con la perspectiva de un número exorbitante de espectadores, se crearon inmediatamente distintos Comités para la Organización de la Ceremonia de Inauguración. Dichos Comités estarían controlados por distintos miembros del Congreso y de la Cámara de Senadores, su responsabilidad correspondería organizar distintas cenas de gala, repartir las entradas a los eventos y fortalecer su seguridad.

Uno de los factores más importantes para mantener la seguridad de los eventos sería dar a conocer al público en general, solamente una semana antes del evento, la logística de la misma. Sin embargo, algunos medios de información comunicaban y recomendaban al público no confiar en las páginas de Internet que pusieran a la venta los boletos de entrada a la Ceremonia de Inauguración, y alentaban escribir directamente a sus Congresistas o representantes estatales su deseo de conseguirlos. Aquellos que hubiesen participado en las elecciones, tendrían que seguir el mismo formato.

Una semana antes de la Ceremonia recibí una invitación general (que se muestra en la imagen) que había sido enviada a 2 millones de personas, aproximadamente. Sin embargo y por fortuna, mi invitación vino acompañada posteriormente con un correo electrónico e instrucciones específicas de dónde recoger el boleto en DC. Unos días después, a raíz de que se diese a conocer que el asistente de un Congresista vendiese boletos por medio de su correo personal, se informaba de la implementación de una Ley que penalizará a quien tuviese la osadía de vender los boletos, una multa con un precio alto.

Al recibir dicha participación, no dejaba se contemplar la posibilidad de que mi hijo mayor me acompañara a tal evento. No sólo porque fuera partícipe de una tradición con más de doscientos años, sino que correspondería al momento histórico en que nuestro país cambiaría de rostro, en que mostrábamos que este país joven que somos, una nación de inmigrantes y de esperanzas, sería la culminación de la lucha de visiones de hombres que son pilares de la libertad, visiones como del presidente Abraham Lincoln y el Sr. Martin Luther King, hombres que dieron su vida por ideales y que hoy, en pleno siglo XXI damos la bienvenida con un matiz nuevo, con el Presidente Barack Obama.

Un hombre que representa tan vívidamente una visión globalizada, que representa a una más de las minorías de la cuál somos parte dentro de los Estados Unidos, como mi hijo, como yo, hispanos.

Aún con el pronóstico más pesimista, de no contar con más que una entrada a la Ceremonia de Inauguración y la única garantía de atender a una de las galas, yo no albergaba duda alguna de que mi hijo debía ser parte de este momento extraordinario del país, un momento en que aún cuando las visiones hacia el futuro pueden ser más fatalistas económicamente y de retos, hay esperanza si se lucha.

Con el apoyo incondicional de mi familia, comencé los preparativos para formar parte de este momento histórico… y formar parte de una ceremonia de libertad.