Por Ariel Ramos
¡Pobre México..! con un presidente cobarde y un opositor desquiciado que anhela descarrilar el tren, al que nunca se podrá subir.
Felipe Calderón no ata ni desata. Gobierna con un reducido grupo de “señoritos” persignados que carecen de experiencia en los manejos políticos, pero que han demostrado que son expertos en hacer negocios que llaman cínicamente legales y juran por “ésta”, cuando son descubiertos, que dejan atrás empresas familiares, comodidades y alejamiento de sus seres queridos.
“Cobijados por el partido Acción Nacional escribe en Reforma, Jesús Silva-Hersog Márquez, aparecen en los primeros planos nacionales, como hombres jóvenes, frescos, impecablemente vestidos y olorosamente perfumados, impresionando a propios y extraños, sin las obsesiones de sus predecesores”.
Utilizan frases rimbombantes, pero que no dicen nada y en cuanto se lavan las manos, “se les cae el barniz” y quedan más indefensos que un bebé. No saben responder a los señalamientos que se les hacen por su falta de oficio, y sarcásticamente declaran que se les critica por que quienes lo hacen, pretender impedir el “progreso de México”.
Julio Hernández López, en su columna “Astillero” dice: “El funcionario Calderón se ha rodeado de un equipo que en varios casos está por debajo de la mediocridad y que tiene como estrella, estrellado a un favorito de las intimidades, como jefe político de la secretaría de Gobernación. “Felipe el Breve”, se ha peleado hasta con sus patrocinadores electorales y de negocios: unos rechazan las cargas fiscales y otros no apoyan a sus cercanos, cuando son atacados por sus frecuentes errores”.
Don Angel Verdugo escribe en Excelsior a propósito de la celebración del Septuagésimo aniversario de la Expropiación petrolera: “Una vez mas desperdiciamos la oportunidad; a un discurso lamentable y cursilón de la secretaria de Energía –extrañamos que no pidiera apoyo a las reformas con el corazón en la mano- es lo que mejor le sale. Siguió un discurso similar del presidente Felipe Calderón. La demagogia, la cursilería almibarada del manejo subjetivo y acrítico de lo que hizo Lázaro Cárdenas en 1938 y el llamado a dialogar con todas las mexicanas y mexicanos, fue algo de dar vergüenza”.
El escritor pregunta enseguida: ¿Quién escribe los discursos del presidente?, por favor despídanlo para no dañar más la imagen –de por sí dañada- del mandatario.
“Algún día se atreverá este gobierno a dar a conocer sus propuestas. Por qué y a que le teme ¿a los excesos infantiles de López y Sheimbaum. Tan débiles se ven” explica finalmente en su colaboración publicada el jueves 20 en el Periódico de la Vida Nacional.
En la acera de enfrente, Andrés Manuel López Obrador “el iluminado que perdió la presidencia por apenas 0.5 por ciento de votos, un día si y otro también busca sacar
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