por JORGE LOMONACO
Publicado en el Nuevo Herald 07/10/07
Cuatro años en Miami pueden pasar muy rápido, aun con huracanes. Sin embargo, estos no han sido años cualesquiera, al menos no para mí: he tenido el honor de representar a México en Miami durante algunos de los tiempos más interesantes, tanto para Miami como para los mexicanos en esta región de Estados Unidos.
En un periodo relativamente corto, Miami resistió satisfactoriamente la desaceleración que afectó a la economía estadounidense a principios de siglo, en parte como resultado del influjo de capitales proveniente de países latinoamericanos en problemas; disfrutó –y sufrió– una de las expansiones inmobiliarias más extraordinarias –donde fueron canalizados la mayor parte de esos capitales y cuyas ganancias desincentivaron la inversión productiva–; y sufrió dos de las más activas temporadas de huracanes en la historia. Sin perder su encanto cubano, la Pequeña Habana se está convirtiendo rápidamente en una Pequeña Latinoamérica; aprovechando la fortaleza de su moneda, ciudadanos europeos empiezan a competir con residentes temporales del noreste en la búsqueda de oportunidades de inversión; y un moderno Centro para las Artes se encuentra ya en plena operación.
Al mismo tiempo, he tenido el privilegio de atestiguar cómo, gracias a las contribuciones de los mexicanos que viven y trabajan por estos lares, el nombre de México finalmente ha logrado posicionarse –y posicionarse bien– en la Florida, como lo ha hecho en otras partes de Estados Unidos. Muchos factores han contribuido a ello: el continuo crecimiento de la comunidad mexicana en la Florida, ahora el tercer grupo hispano en el estado; el papel fundamental que representan los trabajadores migratorios mexicanos en la sustentabilidad de varios sectores de la economía del estado, incluyendo agricultura, construcción y turismo; la creciente selección de ejecutivos mexicanos de alto nivel para encabezar las operaciones latinoamericanas de corporaciones multinacionales; la llegada de empresarios mexicanos jóvenes y con altos niveles educativos buscando oportunidades; y el hecho de que México es el único país en el hemisferio que ofrece la combinación de proximidad, un acuerdo de libre comercio y un mercado en expansión de 110 millones de consumidores.
¿Qué fue lo que propició este nuevo posicionamiento de México? No ha sido ni evidente ni sencillo. Para empezar, el sur de la Florida es posiblemente la única región en Estados Unidos en la que los mexicanos no son el grupo hispano dominante. Eso significa que en la Florida tenemos que competir por atención, mercados, inversionistas, turistas e influencia política. Al mismo tiempo, los mexicanos y los productos mexicanos cuentan con muchas alternativas a Miami para ingresar al mercado estadounidense o para conectar hacia el resto de América Latina y el Caribe, lo que no es necesariamente el caso de otros países que compiten con México en Miami. Sin embargo, cuatro factores han conspirado en favor de la posición de México en esta región en años recientes: el dramático cambio de posición de la Florida, al pasar de un estado esencialmente proteccionista a uno promotor del libre comercio; una creciente conciencia de la importancia de respetar las posiciones y opiniones de otros; la consolidación de Miami como Puerta de las Américas; y el reconocimiento de que los mexicanos no han llegado a desplazar sino a complementar esta rica y diversa sociedad a la que únicamente le faltaba el chilito mexicano.
A pesar de los avances, todavía hay muchos retos, particularmente en algunos temas: la necesidad de continuar construyendo un ambiente que propicie las denuncias y castigos a los abusos en contra de trabajadores migratorios; el desarrollo de un esquema que permita que trabajadores agrícolas, jardineros, albañiles y nanas de todas las Américas puedan obtener una licencia de conducir; el establecimiento de asociaciones civiles sólidas y con objetivos claros para promover y proteger los intereses de los mexicanos; esfuerzos adicionales para imprimir a la relación comercial Miami-México el mismo dinamismo que ya se observa en la relación entre México y el resto del estado.
Ahora que me preparo a dejar el cargo que ocupo en Miami para asumir una nueva responsabilidad en el Servicio Exterior Mexicano, puedo confesar que este es uno de los consulados mexicanos más interesantes en Estados Unidos –si no es que el más interesante–. Tiene las responsabilidades centrales de cualquier oficina consular –documentación y protección de nacionales mexicanos–, pero cuenta también con una de las agendas más variadas: promoción cultural y del turismo, desarrollo de oportunidades de comercio e inversión, relaciones con creadores de opinión y periodistas en la capital de los medios hispanos en Estados Unidos, y temas políticos que van desde autoridades y políticos que representan al cuarto estado en la Unión Americana en términos de población y peso político, a comunidades de otros países latinoamericanos avecindados en el sur de la Florida por distintos motivos.
Nuestro paso por Miami ha tenido muchos altos y algunos bajos, como ocurre frecuentemente. Aunque sólo nos afectaron directamente en dos ocasiones, fue necesario trabajar muy duro para asistir lo más posible a los mexicanos que fueron perjudicados por los siete huracanes que golpearon a la Florida en las temporadas anteriores. Es cierto que algunas veces sufrimos el tráfico u ocasionales incidentes de lo que algunos identifican como una combinación estereotipada de ”informalidad latina” e ”inflexibilidad anglosajona”. Pero vamos a extrañar muchísimo a Miami, su clima, su diversidad, su brillante futuro como ciudad de nivel mundial pero, sobre todo, a su gente. Miami no sólo ha sido un paso importante en mi carrera, sino que ha dejado una profunda marca personal en mi familia y en mí, al vernos forzados a dejar lo más importante: amigos de por vida que hemos hecho en estos años. Así que no es adiós, sino hasta pronto, Miami.
Jorge Lomónaco deja el cargo de cónsul general de México en Miami para convertirse en el nuevo embajador de México en los Países Bajos y representante permanente ante la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas.
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