Por Ariel Ramos (alias El Abate Jerónimo)
Vicente Fox desde que llegó al poder “gobernó” siempre obsesionado con el resultado de las encuestas; todos los días al igual que la bruja “del cuento”, le preguntaba a su “espejito” quién era el más popular.
Su delirio, quizá presionado por su “ambiciosa” segunda esposa, fue como detener la candidatura de Andrés Manuel López Obrador. Pretendió desaforarlo para meterlo a la cárcel; al fracasar en su intento, y observar que la prensa escrita no le era favorable en sus comentarios, declaró públicamente que no había “que leer los periódicos, porque publicaban mentiras.
Y volteó hacia la televisión y la radio. Gastó como nadie lo había hecho, para bombardear a los ciudadanía de los beneficios que “foxilandia” daba a sus “súbditos”.
Esas millonarias sumas enriquecieron a los concesionarios de radio y TV y poco a poco les fue entregando el poder, para que fuera principalmente la televisión, quién empezara a gobernar a través de los costosos spots.
La televisión informaba a los mexicanos un día sí y otro también, acerca de las bonanzas de un gobierno encabezado por un hombre que había sacado de Los Pinos a los priístas, después de 71 años.
La utopías crecieron y la nariz del gobernante, también como en el otro cuento, “le crecía a Fox” cada vez que hablaba y esto lo hacía tres o cuatro veces al día.
Mientras estuvo en el poder, algunos editores de medios impresos lo lisonjearon y adularon y la pareja de la “cabañita del amor” como el pueblo llamó a la casita donde vivieron, pues la residencia oficial, fue transformada en oficinas para albergar las lujosas oficinas de sus decenas de asesores que cobraron sueldos nunca antes vistos y que también se enriquecieron a la sombra de los negocios a la sombra del poder.
Sus hijastros, los hermanos Bibriesca Sahagún, dejaron los cafecitos modestos de su pueblo natal –Celaya-, para incursionar en los grandes salones internacionales y viajar en aviones propios.
Los dueños del dúo polio televisivo (Azcárraga y Salinas), pusieron los noticieros de sus canales, al servicio de la pareja. Jamás dieron a conocer nada que ensombreciera el “paraíso foxista”, pues además de incomodar a sus benefactoras, podrían espantar sus clientes.
Y la influencia política de las televisoras crecía en la medida en que Fox y Martha disfrutaban las “mieles” de un sexenio hecho a modo, al más puro estilo de los gobernantes de la dicta blanda priísta.
Colocaron en ambas Cámaras del Congreso Federal a sus alfiles, para que vigilaran celosamente que se respetaran las prebendas que les daban sus concesiones.
Y los colocaron también en importantes medios escritos para que nada perturbara esa relación simbiótica. Las encuestas empezaron a ser manejadas para impulsar la candidatura de Felipe Calderón, cuya campaña no prendía, ante la desesperación de los inquilinos de la “cabañita del amor”.
Martha Sahagún declaraba a todo aquel que le preguntaba sobre la campaña del perreditsta: “sobre mi cadáver, López Obrador” no ganará.
Los millonarios negocios que los concesionarios de televisión, banqueros, comerciantes, empresarios y los “amigos de Fox” hicieron durante los años 2001-06, complacía a todos, en tanto la falta de oportunidades de trabajo para mexicanas y mexicanos, los obligó a emigrar a Estados Unidos en busca del pan para sus familias que no obtenían en nuestro país.
Cuatro millones de coacciónales llegaron a los fértiles campos y letrinas estadunidenses, para hacer los trabajos que el propio Fox dijo “no hacían ni los negros”.
Y las televisoras hicieron su parte espléndidamente. Cantaron loas a la pareja mientras las mexicanas y mexicanos en extrema pobreza, superaron los cincuenta millones. Más de la población que vive en la República. Los envíos de los inmigrantes, crecieron día con día, mes con mes, año con año, hasta superar los ingresos nacionales que deja el petróleo, llamado “oro negro”.
Las cifras que alcanzaban los dólares, fueron ponderadas y exaltadas por noticieros de radio y TV e incluso por la prensa “corrupta” como ahora la llama la “señora Martha”.
Así, en la medida en que Fox dejaba a su pareja gobernar, esta dama lo harpía en unión de la televisión, que mostraba ampliamente los videos de la giras presidenciales y restringía al mínimo los actos de protesta de los habitantes de ciudades, pueblos y rancherías visitadas.
La pareja viajó por el mundo, como nunca antes ningún mandatario lo había hecho. Miles de libros podrían escribirse, sobre los dislates y bochornosos actos, como aquel cuando Vicente y sus hijas, jugaron a las escondidas al corretear entre las figuras de los guerreros de la China Antigua.
¡Que vergüenza…!
Los noticieros de la televisión privada mexicana, no hicieron referencia alguna de esas jugarretas y solo como en todas las demás visitas, exhibían los hechos menos indecorosos de la parejita y sus entenados (los tuyos, los míos y…).
Así protegidos bajo la sombra poderosa de la televisión, Fox y Martha; banqueros, hombres de negocios, comerciantes y en general la iniciativa privada enriquecida y favorecida –fue el sexenio para los ricos-, apostaron en conjunto al triunfo de Felipe Calderón.
A la pareja enriquecida les atormentaba el triunfo del “peje”, pues podrían ir a la cárcel. A los dueños del dinero, les inquietaba la posibilidad de perder incluso, parte de las enormes ganancias obtenidas, pues o no pagaron los impuestos correspondientes o de plano, no pagaron un centavo al fisco, pretextando negociar al través de la bolsa.
Todos unidos formaron un cerrado círculo, cuyos esfuerzos y millonarias aportaciones a la campaña del panista, dejaron en manos de los directivos del Instituto Federal Electoral primero y después en el Tribunal Federal Electoral, la calificación de la elección federal más concurrida en la historia mexicana.
Los resultados apenas dieron al aspirante oficial una ventaja tan magra (0.5 por ciento de los sufragios, que el resultado fue protestado mayoritariamente por el pueblo. El PAN: 3 por ciento de la votación; el PRD: 3 por ciento; el PRI: 2 por ciento y la “chiquillada”, como se le llama en México a los “partidos” menores el otro dos por ciento entre todos juntos.
El resultado es abrumador: siete de cada diez mexicanos no votó por el favorito. Pero el dúo polio televisivo aplaudió a Felipe y no critica nunca ni por asomo, la presencia de las bayonetas.
Al contrario afirma diariamente que los soldados combaten a los “narcos”, aunque estos cada día los exhiben cruel y vergonzantemente.
Se acerca el primer aniversario de ese monumental fraude (faltan 18 días para el 2 de julio) y ya se anuncian las protestas de los despojados. El “expofraude” tendrá conferencias, exposiciones fotográficas, carteles, pinturas y hasta una obra de teatro.
Mientras, Fox y Martha viajan sonrientes y satisfechos por el mundo (emprenderán un recorrido terrestre hasta llegar a Venezuela, para ir contra el aprendiz de “dictador”, sin importar que Felipe quiere –no dice como- limar asperezas con Chávez.
Como dijo el filósofo: “cosas veredes mío Cid”.
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