Por Ariel Ramos (alias Abate Jerónimo)
Aprobada el año pasado la nueva ley de medios por diputados y senadores en votación “fase track” y sin haberla leído inclusive, todo quedó listo para que el gobierno panista de Vicente Fox pudiera manejar a su antojo las elecciones federales.
Sin embargo y pese a esa “elección de estado”, nunca se imaginaron que hubieran tenido que llegar a un burdo y descarado fraude, para entregarle el poder a Felipe Calderón.
Conscientes de ello no tuvieron más remedio que poner a funcionar el plan “B”, que consistió en entregar el poder decisorio a la televisión privada, que así se convirtió en el nuevo siglo, en el verdadero y real poder en México.
Los propietarios de las dos grandes cadenas privadas, Emilio Azcárraga y Ricardo Salinas recibieron a cambio, amplias facilidades para explotar en su beneficio amplios espectros de las frecuencias en que se difunden sus programas televisivos.
Los regalos otorgados a ambos personajes, incluyeron también el manejo de casas de apuestas, con cuyas enormes ganancias, se convertirán en súper millonarios que no tardarán en figurar en las listas de “Forbes”.
A cambio, las dos cadenas bombardearon primero a sus auditorios, con “spots” que favorecieron al entonces “delfín” de la pareja feliz que ocupaban la residencia oficial, Santiago Creel Miranda entonces secretario de gobernación. Al perder este la candidatura panista, trabajaron entonces en apoyo de Felipe, quién ha sido impuesto con el apoyo de las bayonetas de la soldadesca.
Miles de “spots” salieron al aire sin control alguno, sin patrocinador alguno, pero con la clara misión de destruir al candidato que encabezaba las preferencias electorales.
Y nadie sabe y nadie supo quién los pagó o quién ordenó, los más de 250,000 “spots” que masacraron al aspirante del PRD, y que cumplieron a cabalidad su propósito. El partido Acción Nacional “ganó” esos comicios con apenas 0.5 por ciento de votos.
Las televisoras contribuyeron a impedir que se abrieran los paquetes electorales para contar los votos uno a uno, pues “misteriosamente” fueron anulados miles y miles de votos emitidos a favor de López Obrador, calificado en esos menajes televisivos, como un “peligro para México”.
Y así se impuso el triunfo de un candidato que ya en funciones de presidente, se apoya en las bayonetas de los miles de soldados que se dice oficialmente patrullan calles y avenidas de pueblos y ciudades pretextando combatir al narcotráfico.
La realidad es que los “sicarios” han rebasado ya a las tropas, pues en los lugares en donde hacen mayor presencia, es en done ocurren diariamente los asesinatos más crueles –cortan las cabezas de sus víctimas y las arrojan a las puertas de las comandancias policíacas, sin que sepa “quién las puso ahí”.
Desde luego entre las víctimas figuran predominantemente jefes de policía locales,
Las protestas por el enorme fraude fueron ignoradas y López Obrador se declaró “presidente legítimo”, organizando una gigantesca y nunca antes vista manifestación, que secuestró el Paseo de la Reforma (la principal y más bella arteria metropolitana), durante más de tres meses.
Los operativos militares –que ya consumieron a la fecha 12 de junio- el 80 por ciento del presupuesto autorizado para todo este año a la secretaría de la Defensa Nacional, han fracasado (quizá esto lo previeron Calderón y sus asesores)-, para solicitarle ayuda al poderoso vecino del norte.
Ahora, no se sabe desde cuando, se pidió el apoyo de Estados Unidos (un congresista norteamericano al hacerlo público, desenmascaró al gobierno) para que se establezca aquí en todo el territorio nacional, algo similar al plan ejecutado en Colombia a fines del milenio pasado.
Esta “colombización” ha asustado a los puritanos de la extrema izquierda y al propio gobierno que primero negó y ahora trata de justificar que tal cosa ocurrirá más pronto que tarde.
Cada día que pasa los hechos justifican más, la verdadera razón para que el ejército esté en las calles. Anoche –escribo en la mañana del martes 12- Calderón y decenas de invitados, acudieron al Palacio de las Bellas Artes, para escuchar un concierto.
Su presencia motivó el cierre de todas las calles y avenidas adyacentes al coliseo, así como enfrentamientos que cada día son más frecuentes y peligrosos, entre la población civil y las fuerzas militares, disfrazadas de policías.
El Jefe de Gobierno del Distrito Federal, ha declarado que no permitirá la presencia de las bayonetas en la ciudad de México, pero como Felipe Calderón no puede transitar por calles y avenidas capitalinas, la pregunta es: ¿cuanto tiempo tardará en que esto ocurra..?.
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