MÉXICO DE CARA AL SIGLO XXI

Por el Ariel Ramos (alias Abate Jerónimo)
El “mal llamado” gobierno del cambio que encabezó Vicente Fox, al concluir su presidencia el 30 de noviembre del año pasado, dejó un país profundamente dividido. Difícilmente en los 30 años venideros, los mexicanos recuperarán la confianza que perdieron en el presidente, en el gobierno federal, en los legisladores federales y en las autoridades del Instituto Federal Electoral.

El pueblo estupefacto, presenció como en la forma más descarada, a Fox y su esposa, gritaron a cuantos quisieron oírlos, que “sobre su cadáver”, el candidato de oposición -que no de izquierda- no ganaría las elecciones del 2 de julio.

Y como buenos santurrones, cumplieron al pie de la letra su palabra.

Pusieron el poder federal al servicio del candidato -que paradójicamente no fue el suyo- del partido de la derecha. Todos los ricos del país que fueron favorecidos generosamente durante esos largos seis años pusieron sus enormes capitales para evitar el triunfo del candidato que entonces encabezaba las encuestas.

Contaron además con el impresionante apoyo de las dos televisoras más grandes del país, que de paso se convirtieron en los grandes electores nacionales y de la totalidad de las estaciones de radio agrupadas en la Cámara nacional que las agrupa.

Estando a casi 10 meses de esa elección, el ungido por la pareja feliz, “gobierna” a base de discursos en los que promete acabar con la inseguridad que tiene estrangulada a la sociedad.

La realidad es bastante cruel. Hay dias que en México y en Irak, el número de muertos es similar. Y en México, también como allá, en las “barbas” de los soldados, los asesinatos están a la orden del día.

Además de la inseguridad después de cinco meses de gobierno, Felipe Calderón está en “el limbo”; no hay programa de gobierno, no hay avance en las relaciones con las naciones al sur del continente, ni con las del norte y en cuanto al resto del mundo, a esos lejanos lugares, Calderón empieza a ser “otro viajero frecuente”.

Ese vacío de poder iniciado desde el 1 de diciembre del 2000, volteó de cabeza a México, cuyos habitantes de por sí, desde el 68, han caminado aceleradamente hacia la descomposición social, en la que se vive en rancherías, pueblos y ciudades establecidas en el dilatado territorio nacional.

Lo anterior no una exageración. Los ejemplos diarios son la mejor respuesta que lo confirman.

Los jerarcas que controlan la Iglesia Católica, por ejemplo, radicalizan su posición y amenazan incluso de muerte a quienes pensando diferente a ellos, se manifiestan en favor de la despenalización del aborto (hasta 90 días).

Inclusive los arzobispos y obispos declaran que, que si en el Distrito Federal, entidad en donde se encuentra la capital de la República, se aprueba la despenalización, ellos evitarán “a como de lugar” que la medida se secunde en los 31 estados que con el DF conforman la República Mexicana.

Las declaraciones intransigentes y bélicas de los nuevos “cristeros”, desde luego tienen amplia difusión en los canales de TV y radio, socios del gobierno federal, quién previamente los benefició increíblemente con concesiones de casinos y les otorgó los enormes espacios que representa la Banda Ancha.

Los millonarios negocios que se derivarán de esa banda ancha, serán exclusivamente para los nuevos electores mexicanos. Los dueños de televisa y televisión azteca.

Los espacios noticiosos de ambas corporaciones, están al servicio de las causas de los “cristeros” y el gobierno que inició sus funciones el 1 de diciembre del 2006.

Desunidos y en manos de estos prevaricadores, los mexicanos “duermen con el enemigo”